Estudios Termográficos

¿Qué es la termografía?

La termografía sirve para estudiar la temperatura de un objeto determinado. La principal ventaja que aporta es que no es necesario el contacto directo con el objeto para poder comprobar su temperatura.

Gracias al espectro electromagnética del objeto a estudiar podremos identificar su temperatura, aunque el equipo no se encuentre en contacto directo con los objetos que se identifican.

Estos ensayos no provocan ningún tipo de daño o alteración permanente en el objeto que se inspecciona.

La termografía capta la información de forma inmediata volcándola en una base de datos. Estos datos permiten realizar un seguimiento de la evolución de la temperatura de una forma mucho más fácil y sencilla.

Al acelerar el proceso de registro de la temperatura y volcando de los datos, es posible elaborar una comparativa mucho más rápida y eficaz.

La posibilidad de estudiar la evolución de la temperatura en un objeto determinado será muy importante para poder identificar el momento en el que surgen las anomalías.

¿Qué información nos da la termografía?

Este método resultará altamente recomendable para aquellas situaciones en las que por motivos de seguridad, imposibilidad de detener la máquina o por temas de acercamiento, no podemos ponernos en contacto directo con el objeto de estudio. Bastará una distancia de seguridad para poder hacer la identificación.

Aplicación, utilidades y ventajas

La Termografía se aplica habitualmente para:

  • Mantenimiento predictivo de maquinaria industrial.
  • Mantenimiento predictivo en instalaciones eléctricas.
  • Detección de gases y fugas.

El análisis termográfico se basa en la obtención de la distribución superficial de la temperatura del objeto consiguiendo una mapa de calor en el que se visualizan puntos fríos o calientes en función de las anomalías encontradas.

Un estudio termográfico permite conseguir:

  • Un mayor conocimiento de la instalación realizada en cuanto a su estado térmico.
  • Localizar fugas y puntos de actuación.
  • Evitar interrumpir los procesos productivos.
  • Reducir las operaciones de mantenimiento y los tiempos de reparación.
  • Alargar la vida útil de los equipos.
  • Conseguir descuentos en la póliza del seguro
  • Una mayor eficiencia energética.

El estudio de los sistemas de distribución puede alertar de las pérdidas energéticas que se producen por un mal aislamiento, roturas o un engranaje incorrecto.

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